viernes, 19 de junio de 2009


EN ALAS DEL VIENTO


Busco desesperadamente tu rostro en la rosada franja del horizonte.

Allá donde el sol se esconde, allá en su descenso, donde busca la paz el día que muere.

Entre sábanas de nubes, que se extienden como tules flotantes en la distancia,

veo tu rostro, reflejado en el azul violeta de las aguas de mí río.


Y me alcanza la ansiedad, sabes?.

Llega hasta mí, fatigada, exhausta, acusando un fuerte dolor en el alma.

Es la inmolada de tu ausencia a estas horas... te extraño tanto amor… tanto.


-¡Márchate Sol, hazlo rápido!

Quiero perderte ya en el crepúsculo, cuando en las profundas aguas te hundes

y el paisaje se torna oscuro.

A estas horas, cuando cambian los matices del paisaje

y a mis espaldas, se asoma Sirio y detrás de él,

la luna llena en su esplendor que afable, pretende consolarme.


-Te esperaba, Luna mía, nodriza de mi alma, centinela de la noche.

Solo cántame aquella arcaica canción de cuna,

al compás de la música de las esferas.


Por favor, apriétame en tu regazo, ama de la noche

y cúbreme con tu blanco manto,

mientras espero a Morfeo que venga a buscarme.

Dile que me acune hasta que el sopor invada mis horas vencidas,

y sé que en sus brazos de titán,

me cargará hasta el portal de los sueños para encontrarme contigo, dulce amor mío.

Y allí… estarás tú, como todas las noches, bello, fúlgido, esplendoroso como un lucero, esperándome sobre tu blanco Pegaso el fiel mensajero de los dioses.


Nos llevará por lejanos reinos celestiales, como en alas del viento,

trotando por las nubes, saltando estrellas, esquivando cometas,

por encima de jardines de sutiles lotos, siguiendo la ruta de las Pléyades.


Tú y yo, riendo juntos, cuando abrazada a tu alma,

nos envuelva la sutil lluvia del Amor Infinito

y mañana al despertar sabré que no fue solo un sueño fugaz y esquivo,

porque habrá una flor de loto sobre mi almohada.


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