Amanece en destellos de sol que se asoman timidamente entre nubes rosas de algodón.
En la quietud cristalina de esa hora disfruto de tu paisaje y me parece oir una dulce sinfonía, pentagrama de suave cadencia de tus pequeñas olas que amagan quedarse y luego se van.
Y te miro correr, diáfano, tranquilo... hoy vestido de azul-violeta.
Camino y respiro todo este aire con aroma a lavanda, verde otoño...
Un otoño que, aún se resiste a ponerse a pintar de dorado el paisaje.
En la rivera occidental, contemplo el verde perenne de los árboles.
Miro el cielo, donde las nubes juegan a escondidas con la brisa mañanera
perfumada de ambar y lavanda.
El sol continúa desperezándose timidamente extendiendo sus primeros rayos
tras los árboles de la costa. Todo es paz, todo vibra en armonía.
Y me siento una con mi entorno, y doy gracias por éste día.
Es esa soledad junto a tí, la que hace que mi alma comulgue con el Ser que me habita.
Dialogo con él mientras continúo caminando en tu arena, perfilando tus orillas.
Y como en dulce torbellino en espiral, me dejo arrastrar, sintiendo que mi alma
se eleva como si quisiera tocar el sol...
Finalmente descubro que tú y yo, hermanos somos.
Hijos del Inti Sol...tú y yo, eternamente Divinos, río mío!!
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